Seguí estudiando y cursé por dos años un Máster en Economía pero me di cuenta que prefería profundizar en otros temas que completaran todo lo que se necesita para dirigir una empresa, por ello lo cambié por un Postgrado en Finanzas para Empresas (Universidad Católica de Uruguay). En aquel entonces, yo vivía sola y pasaba mi tiempo entre el trabajo en la metalúrgica, el Postgrado, cursos, salidas y hasta «trabajaba» como bailarina (en esta época mis días si duraban unas 48 horas jajaja).

Por las casualidades de la vida y sin mucha esperanza me presenté en una beca de estudios para realizar el Máster que yo quisiera en Europa con una duración 18 meses y con todo pago, una oportunidad única.

Recuerdo el día en que me enviaron el email en donde confirmaban que había obtenido la beca, no lo olvidaré jamás; era un sábado de otoño por la mañana y me estaba aprontando para ir a correr en el parque que se encontraba en frente a mi edificio, pero antes de salir quise revisar los emails, ese día no fui a correr, estuve horas acostada mirando el techo blanco de mi habitación.

Yo quería aprovechar esa gran oportunidad pero estaba en shock, en mi mente repasaba una y otra vez los pros y los contras. Mi reflexión era: tenía 33 años, no tenía novio ni hijos y sabía que era en ese momento o nunca, pero claro, me daba miedo y tristeza dejar a mi familia, mis amigos, mi apartamento, el trabajo que tanto amaba y mi adorado baile, en definitiva, mi vida era “perfecta”. Al siguiente día lo consulté con mi madre y mi hermana y me decidí.

Cuatro meses después iba en un avión camino a Madrid con una valija de 40 kilos y mi computadora (ordenador), había elegido un Máster en Estrategia y Marketing de Empresas en la Universidad de Castilla La Mancha (Toledo, España). Y al final, si bien al inicio fue muy duro, se reveló otra de las mejores experiencias que he vivido y que no olvidaré jamás porque me dio muchas alegrías personales y profesionales.